Y bendijo Esdras al Señor, el Dios grande; abrió su lectura con una oración solemne, durante la cual el pueblo se puso de pie, y al final de la cual dieron su asentimiento con la palabra usada para tal fin hasta el día de hoy. Y todo el pueblo respondió: Amén, amén, levantando las manos en gesto de súplica; e inclinaron la cabeza y adoraron al Señor con el rostro en tierra, la actitud de adoración reverente.

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