Sin duda, no entraréis en la tierra por la cual juré, levantando solemnemente la mano, para haceros habitar en ella, sino Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun. Verían por sí mismos si se cumpliría el juramento que el Señor había hecho ahora con su propia vida; averiguarían si uno solo de los murmuradores insatisfechos llegaría a la Tierra Prometida.

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