Por cuanto menospreció la palabra de Jehová, y quebró su mandamiento, esa alma será completamente cortada; su iniquidad será sobre él. Traducido a los términos del Nuevo Testamento, esta regla nos recuerda el hecho de que el pecador abierto, rebelde e impenitente, en cuyo caso todas las amonestaciones fraternales no tienen efecto, debe ser excluido de la congregación cristiana mediante el acto conocido como excomunión.

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