Y todo Israel que estaba alrededor de ellos huyó al clamor de ellos, porque el ruido, cuando el abismo se abría debajo de ellos, se mezclaba con los gritos de los condenados; porque dijeron: No sea que la tierra nos trague también. Sin embargo, no se trataba de un temor sano que los hubiera llevado al arrepentimiento, sino de un terror servil que los acobardaba sin vencerlos.

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