Y Moisés y Aarón se fueron de la presencia de la asamblea, donde habían oído la amarga queja, a la puerta del Tabernáculo del Encuentro; y cayeron sobre sus rostros, en una rendición impotente y en súplicas suplicantes. Y la gloria del Señor se les apareció, en majestuoso contraste con su abyecta perplejidad. Los cristianos también deben tener en cuenta en todo momento que no es más que la bondad y la misericordia de Dios lo que todavía los cuida, a pesar de todo su descontento y sus muchas faltas.

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