Y ellos, los moabitas, llamaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió y se postró ante sus dioses. De esta manera se puso en marcha la tentación: las mujeres de Moab fueron empleadas para atraer a los hombres de Israel, para entablar relaciones y amistades con ellos, para invitarlos a las comidas de los sacrificios en honor de sus ídolos paganos. Así fue como pronto se cometieron fornicaciones tanto espirituales como corporales, porque la desvergüenza más descarada, la complacencia en la inmoralidad más vil, estaba relacionada con el culto de los ídolos paganos.

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