Y la visitaré en los días de los baales, castigándola por dedicar los grandes días festivos del año eclesiástico judío al servicio de los ídolos paganos, en los que les quemó incienso y se engalanó con sus zarcillos y sus joyas, adornándose con el propósito de impresionar a los que había permitido que la sedujeran, y fue tras sus amantes y me olvidó, dice el Señor. Esa es la característica sobresaliente y reprensible de la incredulidad y la idolatría: el rechazo del Dios verdadero, porque Él no quiere otros dioses aparte de Él.

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