v. 6. Las bendiciones están sobre la cabeza de los justos, como una recompensa misericordiosa de la generosidad de Dios y en reconocimiento de su conducta justa en la vida; pero la violencia cubre la boca de los impíos; aunque oculta la violencia de su corazón al guardar silencio, no puede escapar de su maldición; el hecho de que él cubra en sí mismo la ruina de los demás le quita la bendición.

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