v. 9. El que camina en integridad, en pureza o piedad de vida, camina con seguridad, con la confianza que fluye de una buena conciencia; pero el que pervierte sus caminos, adoptando formas ocultas o torcidas de conducirse para lograr sus propósitos y objetivos, será conocido, manifestado en su naturaleza real, expuesto por lo que es en su corazón.

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