v. 6. No comas el pan del que tiene mal de ojo, de un hombre celoso y codicioso, ni desees sus manjares exquisitos, que se ofrecen delante de su huésped como una especie de cebo, no con abierta bondad, sino con un propósito oculto, porque el egoísmo del envidioso no le permitirá dispensar verdadera hospitalidad;

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