v. 28. No seas testigo contra tu prójimo sin causa, sin razón y necesidad, por pura animosidad; y no engañes con tus labios, sino en forma de pregunta: "¿Y debes practicar el engaño con tus labios?" una forma muy enfática de reprobar tal intención.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad