Un hombre injusto es una abominación para el justo, a causa de su total falta de rectitud; y el recto de camino, en toda su conducta, es abominación para los impíos, porque la conducta de los justos es una acusación constante de los impíos, hecho que les resiente mucho. No puede haber unión entre piadosos e impíos, entre creyentes e incrédulos. Ser amigo del mundo equivale a ser enemigo de Dios.

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