El hombre inicuo es abominación para el justo, y el recto en el camino es abominación para el impío.

El hombre injusto es abominación para el justo (porque el injusto es abominación para el Dios de los justos).

Y (el que es) recto en el camino (es) abominación para los impíos. La enemistad mutua desde el principio ha subsistido entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. Hay, sin embargo, esta diferencia: los rectos abominan el pecado, pero aman la persona del pecador; los impíos abominan por igual los caminos y las personas de los rectos.

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