Señor, he amado la habitación de tu casa, el lugar donde Jehová reveló Su presencia en medio de Su pueblo, y el lugar donde habita Tu honor, la gloriosa morada de Jehová, donde Él tuvo el agrado de manifestarse. De la misma manera, todos los cristianos verdaderos aman la casa de adoración, ya sea una choza de troncos en el desierto o un palacio de granito en la ciudad, donde la gloria de Jehová se revela en la predicación del Evangelio puro y en la administración de los sacramentos en de acuerdo con la propia institución de Dios. Es con este anhelo que David dirige su última petición al Señor.

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