Los pastos, desnudos y tristes sin el cuidado providencial de Dios, se visten de rebaños, por su bondad; los valles también están cubiertos de maíz, habiéndose evidenciado por todas partes una rica plantación de cereales; gritan de alegría, también cantan, todos los hombres que se dan cuenta de los milagros de la providencia de Dios se ven obligados a gritar con la exuberancia del gozo, a llenar la tierra con sus cánticos de alabanza. Tales son las bendiciones de la paz y la prosperidad bajo la providencia del Señor.

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