Nos hemos convertido en un reproche para nuestros vecinos, en objeto de burla por su confianza en Jehová, en un desprecio y burla para los que nos rodean , cuya blasfemia realmente golpeó el nombre de Dios, ridiculizándolo como impotente para ayudar a la ciudad de Dios. Su Santuario. Del mismo modo, los enemigos de la Iglesia se han comportado siempre en tiempos de persecución.

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