El gran día del Señor, el día de su poderoso juicio, está cerca, está cerca y se apresura mucho, no habrá más demora, ni siquiera la voz del día del Señor, o "¡Escuchen! Jehová"; el valiente llorará allí amargamente, el héroe llorará en amargo lamento, porque no puede salvarse a sí mismo, y debe ceder al poder del enemigo.

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