Y sucederá en ese día, incluso mientras Jerusalén fue exaltada a un grado de fuerza y ​​gloria que trasciende con mucho cualquier cosa en su experiencia pasada, que buscaré destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén, siendo esta la definitiva y enérgica propósito del Señor con respecto a su pueblo. Es un hecho notable, lleno de glorioso consuelo, que la Iglesia de Dios ha emergido de todos sus conflictos con renovada fuerza y ​​poder, que incluso en las peores persecuciones, la sangre de los cristianos fue la semilla de la Iglesia.

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