Y sucederá que todo el que quede de todas las naciones que vinieron contra Jerusalén, después de la destrucción de los enemigos que no se arrepintieron, subirá de año en año para adorar al Rey, el Señor de los ejércitos, y celebrar la Fiesta de los Tabernáculos, unirse a la Iglesia en su adoración del único Dios verdadero.

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