Este capítulo final del primer Libro de Samuel está envuelto en cilicio y cenizas. Da el relato del final de la carrera de uno de los fracasos más desastrosos registrados en la historia bíblica.

La derrota a manos de los filisteos llevó a Saúl a una trágica desesperación. Herido en la batalla final, y temiendo que el último golpe le llegara de la mano de un enemigo, llamó a su escudero para que lo matara.

Cuando el escudero se negó a hacerlo, Saulo murió físicamente por su propia mano, ya que ya se había matado moralmente por su propio pecado y locura.

Trágicamente terrible, y espantoso sin comparación, es el relato de los filisteos cargando la cabeza de Saúl en señal de su triunfo y su derrota.

El principal valor espiritual de todo este Libro consiste en las lecciones solemnes que enseña sobre la vida, el fracaso y la muerte de este hombre. La historia proclama para siempre que las ventajas y las oportunidades extraordinarias no garantizan el éxito a menos que el corazón sea firme y firme en la lealtad a los principios y la lealtad a Dios.

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