La siguiente visión, la de la canasta de frutas de verano, indicó la inminencia del juicio. Jehová declaró que había llegado el fin, que ya no los pasaría más.

Este anuncio fue seguido por el apasionado discurso del profeta a los hacedores de dinero, en el que declaró por primera vez el efecto de su ansia de lucro. Se tragaron al necesitado e hicieron fracasar al pobre. Describió la intensidad de esa lujuria; la luna nueva y el sábado eran fastidiosos.

Luego siguió una descripción figurada del juicio que declaraba la conciencia perpetua de Jehová de estas cosas y su consiguiente retribución. El juicio final sería una hambruna de escuchar las palabras del Señor, como resultado de lo cual habría una búsqueda ansiosa e infructuosa de sustitutos, seguida por el desmayo de los jóvenes por falta.

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