Ahora llegamos a las cosas que conducen al establecimiento del Reino. Hay tres grandes movimientos de alabanza: uno por una gran multitud que ha sido asesinada; el segundo por los ancianos y los vivos; finalmente, un poderoso coro que Juan describe con una triple semejanza como "la voz de una gran multitud", "la voz de muchas aguas", "la voz de poderosos truenos". Esto precede a las bodas del Cordero. La ramera ya no existe. La verdadera Novia se manifiesta.

Se pronuncia una palabra de bendición sobre los invitados a esta ceremonia de matrimonio.

Ahora viene la manifestación real de Jesús al mundo, y el juicio ya predicho se describe desde el punto de vista de Su actividad. El principio de Su proceder es que Él es "fiel y veraz" en carácter, y juzga con justicia en su conducta. En su cabeza hay muchas diademas, lo que sugiere su dominio imperial sobre todos los ámbitos de la vida. Su nombre es "La Palabra de Dios". En Su muslo está escrito "REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES". Este glorioso Rey en Su manifestación está acompañado por Sus ejércitos.

Cuando se abren los cielos y se manifiestan el Rey y Sus ejércitos, se ve a un ángel de pie en el sol, y en lenguaje figurado se oye anunciar la victoria venidera. Los poderes acumulados de la impiedad se reúnen con el terrible propósito de hacer la guerra contra el verdadero Rey. La batalla se une de inmediato. No hay indecisión, no hay suerte variable. El Rey y sus ejércitos son sobrenaturales. Es la hora en que el cielo toca la tierra y la victoria es con el cielo.

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