La siguiente escena se proyecta en el reinado de Belsasar. Había sucedido en el trono de su padre y era un hombre de hábitos libertinos. No se dan detalles de su reinado, pero se nos presenta un cuadro gráfico del jolgorio que reveló al hombre, y fue la ocasión de la manifestación final de su pecado y del consiguiente juicio de Dios.

Habiendo reunido a un millar de sus señores, sus esposas y sus concubinas, fue culpable de la inexpresable locura de usar en un jolgorio ebrio los vasos sagrados del Templo de Dios. Entonces apareció una mano mística, escribiendo en la pared la perdición de él y su reino.

Como en el reinado de su padre, los sabios fueron incapaces de interpretar el significado de la escritura; y Daniel, evidentemente no ahora cerca del rey, que parecía no conocerlo, fue enviado a buscar.

Daniel estaba lleno de dignidad y lealtad heroica a Dios. Con palabras claras e incisivas, primero rechazó todos los regalos del rey y luego lo acusó de su culpa. Continuando, proclamó a Dios sentado en lo alto sobre los tronos de la tierra, e interpretó que la escritura indicaba el conocimiento de Dios del reino y su determinación de terminarlo y dividirlo entre los medos y los persas.

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