La tercera profecía describió el proceso por el cual Nabucodonosor lograría el propósito de Jehová. Se abre con una palabra introductoria que anuncia la proximidad del día del Señor y predice la angustia que caerá sobre todos los pueblos en la hora del derrocamiento de Egipto. Esta angustia sería causada por el hecho de que todos los que la habían ayudado quedarían desolados, compartiendo así su juicio.

En cuanto al propio Egipto, el golpe de Jehová caería sobre la tierra, cuyos ríos se secarían al pasar bajo el dominio de hombres malvados. El golpe también caería sobre los ídolos, y finalmente sobre todas las grandes ciudades de la tierra.

La cuarta profecía estaba dirigida contra el poder de Faraón. El juicio contra él se describió como la rotura de su brazo, por lo cual no habría curación y, por lo tanto, no tendría poder para sostener la espada. Esto lo lograría el rey de Babilonia, y Ezequiel contrastó su poder con la debilidad de Faraón al declarar que Jehová fortalecería sus brazos para que pudiera sostener la espada y ejecutar Su juicio sobre la tierra de Egipto.

Así, los egipcios serían esparcidos entre las naciones y esparcidos por los países. Nuevamente, cada una de estas profecías concluye con la clara declaración de propósito: "Sabrán que yo soy Jehová".

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad