Ezequiel luego pronunció la condenación de uno. Egipto había sido el principal enemigo del pueblo de Dios, y contra ella se pronunciaron siete profecías, que se colocan aquí en un orden de propósito más que en el orden de entrega. Una vez más, el profeta insistió constantemente en que el propósito del juicio era dar a conocer a Jehová.

La primera profecía fue contra el faraón y todo Egipto. El pecado del faraón fue el orgullo descrito de manera inclusiva y poética, que reclamó el río como su propia creación. Esta descripción incluía el pensamiento de Faraón como un gran pez que vivía en el río, y de inmediato se manifiesta la locura de su afirmación. Entonces, Ezequiel predijo el destino del faraón. Este monstruo sería sacado de su río y arrojado a la tierra, donde su carne se convertiría en carne para las bestias de la tierra y las aves del cielo.

En este día de humillación, Egipto conocería la insensatez de Israel al apoyarse en ella en busca de fuerza. Ezequiel luego procedió a describir el juicio como la venida de una espada sobre la tierra de Egipto y la dispersión de su pueblo entre las naciones. Después de cuarenta días, declaró que Jehová los reuniría de nuevo, y en su propia tierra los convertiría en un pueblo degradado, que no volvería a gobernar sobre las naciones.

La segunda profecía fue breve, prediciendo que el instrumento de juicio sería Nabucodonosor, y que la captura de Egipto sería su salario por la derrota de Tiro.

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