Hebreos 10:1-39

1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros y no la forma misma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente de año en año, hacer perfectos a los que se acercan.

2 De otra manera, ¿no habrían dejado de ser ofrecidos? Porque los que ofrecen este culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de pecado.

3 Sin embargo, cada año se hace memoria de los pecados con estos sacrificios,

4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

5 Por lo tanto, entrando en el mundo, él dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.

6 Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron;

7 entonces dije: “¡Heme aquí para hacer, oh Dios, tu voluntad!” como en el rollo del libro está escrito de mí.

8 Habiendo dicho arriba: Sacrificios y ofrendas, holocaustos y sacrificios por el pecado no quisiste ni te agradaron (cosas que se ofrecen según la ley),

9 luego dijo: ¡Heme aquí para hacer tu voluntad! Él quita lo primero para establecer lo segundo.

10 Es en esa voluntad que somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

11 Todo sacerdote se ha presentado, día tras día, para servir en el culto y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados.

12 Pero este, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,

13 esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

14 Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados.

15 También el Espíritu Santo nos da testimonio, porque después de haber dicho:

16 “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días”, dice el Señor; “pondré mis leyes en su corazón, y en su mente las inscribiré”,

17 él añade: “de los pecados e iniquidades de ellos nunca más me acordaré”.

18 Pues donde hay perdón de pecados no hay más ofrenda por el pecado.

19 Así que, hermanos, teniendo plena confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús,

20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo (es decir, su cuerpo),

21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

23 Retengamos firme la confesión de la esperanza sin vacilación porque fiel es el que lo ha prometido.

24 Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.

25 No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca.

26 Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado

27 sino una horrenda expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios.

28 El que ha desechado la ley de Moisés ha de morir sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos.

29 ¿Cuánto mayor castigo piensan que merecerá el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha considerado de poca importancia la sangre del pacto por la cual fue santificado y que ha ultrajado al Espíritu de gracia?

30 Porque conocemos al que ha dicho: “Mía es la venganza; yo daré la retribución”. Y otra vez: “El Señor juzgará a su pueblo”.

31 ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo!

32 Traigan a la memoria los días del pasado en los cuales, después de haber sido iluminados, soportaron gran conflicto y aflicciones.

33 Por una parte, fueron hechos espectáculo público con reproches y tribulaciones. Por otra parte, fueron hechos compañeros de los que han estado en tal situación.

34 También se compadecieron de los presos y con gozo padecieron al ser despojados de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión superior y perdurable.

35 No desechen, pues, su confianza, la cual tiene una gran recompensa.

36 Porque les es necesaria la perseverancia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengan lo prometido;

37 porque: Aún un poco, en un poco más el que ha de venir vendrá y no tardará.

38 Pero mi justo vivirá por fe; y si se vuelve atrás, no agradará a mi alma.

39 Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás para perdición sino de los que tienen fe para la preservación del alma.

El escritor trata ahora el tema del mejor culto. A este respecto, vuelve a citar la profecía de Jeremías para enfatizar la predicción del nuevo pacto sobre el perdón de los pecados. A través de esta ofrenda y sacrificio de Cristo, los adoradores entran en una relación con Dios en la que no hay más conciencia del pecado, sino, en cambio, un deleite en hacer la voluntad de Dios, y así se cumple la segunda parte de la predicción de Jeremías.

La provisión hecha en Cristo impone una nueva responsabilidad a quienes la comprenden. El velo se ha rasgado y se ha abierto un camino hacia el Lugar Santísimo. Aquellos que entren a través de este velo rasgado pueden hacerlo con valentía. Esa responsabilidad se describe como triple: "Acerquémonos", "Mantengamos firme", "Consideremos los unos a los otros".

A continuación, se presenta una advertencia solemne sobre el pecado de una posible apostasía. Aquellos culpables de tal pecado han "hollado al Hijo de Dios ... contado la sangre ... cosa impía ... hecha a pesar del espíritu de gracia". Si se rechaza este gran camino de salvación, este sacrificio más poderoso de todos, no queda ningún otro sacrificio. La obra de Jesús es lo más posible de Dios para la salvación del hombre. Si esto es rechazado, con tal rechazo el hombre elige deliberadamente para sí mismo la única alternativa posible, que es la venganza de Dios. En cuanto a que el escritor dice: "Es una cosa terrible caer en las manos del Dios viviente".

La advertencia termina con palabras llenas de esperanza. Habían resistido, tomando con gozo el despojo de sus posesiones, y se les insta a no desechar su osadía. La fe era la condición permanente de la vieja economía, y también lo es de la nueva.

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