Como resultado de esta falsa profecía, Jeremías envió una carta a los exiliados. Es evidente que también ellos se sintieron perturbados. La carta les instruyó, en primer lugar, con respecto a su posición actual, aconsejándoles que se establezcan en Babilonia y tengan cuidado con los falsos profetas. Luego procedió a declarar cuál sería el futuro. La liberación estaba en el propósito de Dios para ellos, pero no se lograría hasta después de setenta años.

Entonces, la promesa de liberación está llena de ternura y belleza. Terminó con una repetición detallada de la sentencia de Jehová contra el pueblo y una severa denuncia de los profetas, acompañada de una profecía de su condenación.

Uno de los profetas entre los exiliados, Semaías, escribió al sacerdote Sofonías, protestando contra su inactividad y declarando que su deber era poner a Jeremías en cepos y grilletes. Esta carta se la mostró Sofonías a Jeremías, quien, actuando bajo la dirección de Jehová, envió a todos los cautivos, denunciando a Semaías y prediciendo su condenación.

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