La siguiente de las profecías de esperanza consiste en el relato de la compra de Jeremías de un campo en Anathoth, con la interpretación de la sugerencia de la acción. Mientras aún estaba en prisión debido a la oposición de Sedequías, recibió la palabra del Señor informándole de la llegada de su primo Hanamel, pidiéndole que comprara un campo en Anatot. Sabiendo que esta era la voluntad de Dios, compró el campo y declaró en presencia de testigos que su compra era una señal de que aún se comprarían casas, campos y viñedos en la tierra.

A pesar de esto, la perspectiva parecía tan contraria a tal expectativa que Jeremías preguntó al Señor cómo se podría cumplir la profecía que había pronunciado. Esta pregunta fue introducida por una atribución de alabanza a Dios y una descripción de la maravilla de su trato con su pueblo.

La respuesta de Jehová a su pregunta consistió, en primer lugar, en una afirmación general completa de Su Ser y poder, junto con la pregunta de si algo era demasiado difícil para Él. La palabra del Señor procedió entonces a declarar a Jeremías la certeza del juicio que ya había predicho, y las razones para ello.

Finalmente, esa palabra del Señor anunció la determinación divina de reunir a Su pueblo de todos los países, y declaró la restauración resultante de la prosperidad, para que se cumpliera lo que Jeremías había declarado a su primo y a los testigos.

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