Eliú comenzó su apelación directa a Job pidiendo su atención, asegurándole sinceridad en los motivos y finalmente declarando que le hablaba como un camarada, no como un juez, o como alguien que lo llenaría de terror.

Al comenzar su argumento, primero citó lo que Job había dicho. En sus discursos había declarado que Dios lo había dictado injustamente, que Dios era hostil hacia él y no dio ninguna explicación de Su método. Continuando con su respuesta, Eliú declaró que Dios es más grande que el hombre y, por lo tanto, ese hombre no tiene derecho a pedir explicaciones. Sin embargo, esto no fue todo. Dios responde. Habla "una vez, sí, dos veces"; y Eliú procedió a nombrar dos formas en las que Dios habla, primero "en un sueño" o "visión de la noche".

Además, su propósito al hacerlo es que rescataría al hombre en lugar de destruirlo. Hay otro método. Es el sufrimiento. Mientras Job se quejaba de que Dios no se encontraba y no tenía trato con él, Eliú sugirió que toda su aflicción era el método del trato divino. Lo que había necesitado había sido un ángel o un mensajero, un intérprete. Si se pudiera encontrar uno, entonces se entendería que Dios es misericordioso, y de nuevo el hombre sería restaurado y se regocijaría en su restauración.

Lo más probable es que Eliú se considerara a sí mismo como el intérprete necesario, y aquí tomó forma el principal argumento de su argumento. Es que a través del sufrimiento Dios está lidiando con los hombres hacia un tema más elevado. Según este argumento, el sufrimiento es educativo. Eliú terminó su primer movimiento desafiando a Job a que lo escuchara mientras hablaba y a que le respondiera si tenía algo que decir. Si no tenía nada que decir, debía guardar silencio mientras Eliú continuaba.

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