Todo esto conduce a su gran declaración sobre el día venidero. Este día lo describió en su doble efecto. Para los impíos sería un día de quema y destrucción. Para los justos sería un día de sanidad y salvación.

Las palabras finales del profeta exhortaron al pueblo a recordar la ley de Moisés, prometieron que un heraldo vendría antes del día del Señor y terminaron con una sugerencia solemne de juicio.

Entonces la palabra termina. La voz de Malaquías cesa. Había descrito la condición de la gente y les había hablado del amor infinito de Dios; y hace este anuncio final, que Dios no los abandona ni a ellos ni al mundo, que se acerca el día en que saldrá el sol. Les declara los diferentes resultados producidos en dos condiciones de vida, y luego, con patetismo en cada tono de su voz, pronuncia las palabras divinas: "Te enviaré a Elías antes de ese día, para que vuelvas tu corazón a los padres, y corazón de los padres a los hijos, no sea que Dios hiera la tierra con maldición ".

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