Todos los que hacen maldad serán rastrojo.

La destrucción de los malvados

Es motivo de alarma y profundo pesar que esta terrible doctrina se predique tan pocas veces en estos días, al menos con sencillez y fidelidad. ¿Por qué es así? Seguramente no porque la doctrina no se enseñe de manera expresa y completa en las Escrituras; no porque no fue enseñado por Cristo mismo durante Su ministerio; ni porque no siempre haya ocupado un lugar destacado en los credos de la cristiandad; ni tampoco porque sea contrario a la razón ya la constitución del universo moral. No hay esperanza para los finalmente impenitentes. Solicitud--

1. Dado que el castigo eterno del finalmente impenitente es claramente enseñado por la revelación divina, estamos obligados a aceptarlo, con reverencia, sumisión y sin críticas, por muy severo y terrible que sea el aspecto que tiene hacia los malvados.

2. Siendo una doctrina esencial de las Escrituras, estamos llamados imperativamente a darle el lugar e importancia que le corresponde en el ministerio del púlpito. ello, incurre en una tremenda responsabilidad.

3. Los cristianos están obligados a respetarlo en todas sus oraciones, en su vida y en sus relaciones con aquellos que no están reconciliados con Dios.

4. En vista de una condenación tan segura y tan supremamente terrible para todo pecador no perdonado, ¡con qué seriedad debe todo hombre “obrar su salvación con temor y temblor”! ( JM Sherwood, DD )

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