A continuación, el profeta declara la causa del juicio inminente. El pecado consiste en idear el mal por la noche y practicarlo por la mañana, y el abuso de autoridad. La codicia, que se expresa en la opresión, era el pecado peculiar de los gobernantes. En contra de esto, Jehová procede en justa retribución: "Yo concibo un mal".

El profeta luego describe la burla de los observadores que imitarían su dolor, y finalmente declara que serán completamente desposeídos. En medio de sus profecías, Miqueas fue interrumpido por falsos profetas, quienes le acusaron de no profetizar, protestando contra su mensaje, basando su objeción a su anuncio de juicio en el hecho de la bondad de Dios. A esta objeción, Miqueas, en el nombre de Jehová, responde que el cambio de actitud de Su pueblo hacia Él explica el cambio de Jehová hacia ellos. Su pueblo se había alzado como enemigo.

Luego ordenó a la gente que se fuera, declarando que tal enseñanza no podía darles descanso, y luego estalló en una sátira indignada contra la gente que se dejó engañar por falsos profetas.

Este primer mensaje pronunciado a los oídos de las naciones acerca del pueblo escogido, se cierra con palabras habladas directamente a Jacob. Evidentemente, su carga son las próximas liberaciones, pero en cuanto a los detalles, no está definido.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad