Aquí se describe una disposición muy interesante. Era una provisión para el sacrificio de una novilla roja. Se dieron instrucciones para la limpieza ceremonial de la gente durante el período de sus vagabundeos por el desierto. Fue a la vez una provisión para la contaminación y una protección para el sacerdocio.

Con una ceremonia solemne y el cuidado más minucioso, una novilla roja debía ser sacrificada de acuerdo con las instrucciones ya dadas en Levítico con respecto a otras ofrendas. Luego, sus cenizas debían ser cuidadosamente recolectadas y guardadas, a fin de que pudieran mezclarse con agua y usarse en ciertos casos de impureza.

Esta disposición fue seguida de instrucciones sobre cómo tratar a las personas contaminadas por el contacto o en presencia de los muertos.

En los movimientos de un lugar a otro mientras el campamento no estaba levantado y no se podían observar los métodos ordinarios de la ley ceremonial, la limpieza se proporcionaba mediante el uso de agua en la que se iban a mezclar estas cenizas. Así se hizo una provisión de gracia y al mismo tiempo se salvaguardaron los derechos y prerrogativas del sacerdocio. Dondequiera que estuviera la gente, estas cenizas de la novilla roja que había sido sacrificada por manos sacerdotales estaban disponibles para su uso.

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