En nuestra división de Números en el capítulo s, el capítulo siete es el más largo. Se trata de la adoración y, en primer lugar, de la ofrenda voluntaria de los príncipes de su sustancia para el mantenimiento de la adoración. Debe notarse que esta ofrenda fue voluntaria, no en respuesta a ninguna compulsión fuera incluso del mandamiento divino. Por su propia conciencia de la importancia de la adoración, ofrecieron voluntariamente los príncipes del pueblo.

Debe observarse además que en cada caso la donación fue igual, excluyendo así la posibilidad de cualquier espíritu de rivalidad y realizando la unidad de propósito. Quizás el asunto más simple y, sin embargo, de mayor interés en este largo capítulo es el hecho de que esta donación fue narrada tan cuidadosamente y de una manera tan detallada y elaborada. Si bien toda la historia podría haberse contado en muy pocas oraciones, se presenta con una elaborada atención a los detalles.

Cada hombre recibe un nombre y cada don se registra. Así, mientras que el conjunto revela unidad de propósito e igualdad de donación, en el reconocimiento divino hay una atención notable a la devoción individual.

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