Habiendo registrado los actos de los príncipes al ofrecer sus bienes, el registro procedió a tratar con la separación de los levitas como el orden especial de hombres cuyas personas y tiempo debían ser dedicados enteramente al servicio del santuario.

En este punto, sin embargo, encontramos introducida una repetición de instrucciones relativas al encendido de las lámparas y una declaración de que se cumplieron las instrucciones.

En todos estos arreglos finales para purificar el culto antes de que la gente se traslade a la tierra, el único símbolo al que se hace referencia es el símbolo de la luz, que pretendía ser un tipo del testimonio de la nación.

Luego siga los arreglos para la consagración de los levitas, que no eran los mismos que los de los sacerdotes. No se usó aceite de unción o sangre ni se proporcionó ningún vestido específico. El signo de su purificación fue el simple del agua.

Finalmente, los mismos levitas fueron ofrecidos como ofrendas mecidas, pasando por las manos de los sacerdotes al entrar en su servicio sagrado.

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