Como el último cántico terminaba con el reconocimiento del lugar de los santos al expresar la alabanza universal de Jehová, éste amplía el pensamiento al limitarse por completo al himno de los santos. “Su alabanza en la asamblea de los santos” (v. Sal. 149: 1); “Que los santos se regocijen de gloria” (v. Sal. 149: 5); “Este honor tienen todos sus santos” (v. Sal. 149: 9). Los santos deben alabarlo como Creador y Rey. Deben hacer esto con todo el abandono de la danza y de la música; porque se complació en ellos y los embelleció con salvación.

Esta alabanza debe ser la actitud perpetua de sus vidas. Deben "regocijarse en la gloria" y "cantar de gozo en sus camas". Su alabanza no debe ser simplemente la del canto de palabras. También es hacer Su voluntad. Mientras las alabanzas de Dios estén en su boca, una espada de dos filos en su mano, con la cual llevarán a cabo sus propósitos entre los pueblos, los reyes y los nobles. El privilegio de la alabanza de palabra y obra es un honor, especialmente conferido a Sus santos.

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