En la aplicación mesiánica, este salmo sigue propiamente a aquel en el que se describe la obra de Cristo como Salvador. Es para aquellos a quienes Él ha ganado a través de Su pasión que Él llega a ser conocido como el Pastor.

Por supuesto, este salmo, tal como está escrito, es aún más maravilloso por el hecho de que su autor no vivió a la luz de Jehová que nos ha llegado a través de la Encarnación. Nos muestra cuán claramente la fe vio a través de las brumas de esos días preparatorios algunas de las cosas más preciosas de Dios. Todavía leemos las maravillosas palabras de Jehová y las entendemos, pero la revelación de Él en Jesús es nuestra interpretación y el salmo se enriquece por ese hecho.

Es una canción tranquila de descanso. Todas las circunstancias de la peregrinación, la miseria, el cansancio, los viajes, los vagabundeos, las perplejidades, el misterio sombrío de los valles, los enemigos que se agolpan y el infinito más allá, están presentes y el cantor los conoce. Sin embargo, se mencionan solo para cantar de su negación por la gracia del Pastor. Querer se cancela. Para el cansancio tiene verdes pastos de descanso.

En los viajes conduce por caminos agradables. De los vagabundeos Él restaura. A través de las perplejidades Él guía y eso por los caminos correctos. En los valles de la sombra de la muerte, su presencia anula el miedo. En presencia de enemigos, hace un banquete y es un anfitrión real en abundancia. Y finalmente el camino continúa, no hacia un desierto enmarañado sino por el propio palacio del Rey.

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