Este es el grito de angustia, pero no de desesperación. El cantante está acosado por astutos enemigos que planean y conspiran contra él con una determinación maliciosa y persistente. Describe con gran detalle su método. Es un consejo secreto y una crueldad estudiada. Tienen un objetivo: dañar al justo disparándole desde lugares secretos. Se fortalecen al declarar que nadie puede verlos. Esta es la angustia del cantante.

La guerra es desigual. Sus enemigos no están al aire libre, sino a cubierto. En el verso Sal 64: 7 tenemos el comienzo de su relato de la razón por la cual su angustia no es desesperación. En contra de la malvada determinación de sus enemigos de disparar contra los justos, está el hecho de que Dios les disparará. Esa es la seguridad del césped que confía. En los tiempos del Nuevo Testamento, la verdad se expresa de manera diferente, pero el principio permanece: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" La aplicación práctica de esto a los justos es que no hay necesidad de que intenten vengarse de sus enemigos.

Su único cuidado es confiar en Dios. Tal confianza se traducirá en alegría y la inevitable reivindicación de su fe. Para hacer esto, siempre debemos orar como lo hace el salmista, no tanto por la liberación de los enemigos como por la liberación del temor de ellos.

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