"Y oí a uno que me hablaba fuera de la casa, y un hombre estaba a mi lado".

Mientras Ezequiel miraba, con el visitante celestial a su lado, escuchó desde el santuario la voz de Aquel que le hablaba. La principal razón para mencionar al hombre es para que no pensemos que fue él quien habló desde el templo. La voz era la de Dios mismo, no la de un intermediario.

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