Y el Señor Dios ordenó al hombre diciendo: “De todo árbol de la llanura podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás de él, porque el día que de él comieres, ciertamente morir".'

La provisión de Dios es amplia y generosa. El hombre puede comer cualquier cosa que crezca en la llanura, incluido el árbol de la vida. Un solo árbol le está prohibido, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Para él, este árbol es un símbolo del señorío supremo de Dios. Es como un sacramento. Cada vez que vea el árbol, le recordará que hay Uno a quien debe obedecer, Uno que es su Señor. Aunque el hombre es señor de la tierra, reconocerá que está sujeto al Señor del Cielo.

El árbol no estaba destinado a ser una tentación. Como 'señor' sobre todo el mundo, con qué facilidad Adán podría haberse olvidado de Dios, pero este árbol fue un recordatorio para él de que su señorío estaba sujeto a Dios, y el fruto un recordatorio de que toda su provisión provenía de Dios. Decía, 'recuerda que hay Uno por quien puedes ser llamado a rendir cuentas, y a quien debes obedecer continuamente'. El árbol y su fruto eran un símbolo sagrado, algo para admirar con asombro.

De hecho, puede acercarse al árbol y reflexionar sobre la bondad de su Creador. Desde este punto de vista fue un don de gracia. Y al continuar en la obediencia, el hombre crecerá gradualmente en la comprensión de la bondad, lo que sería una gran bendición. Pero comer de él sería un acto de rebelión, porque se estaría apropiando de lo que era de Dios. Y entonces el hombre experimentaría el mal, y así se volvería experimentalmente consciente del bien y del mal de una manera catastrófica. El verbo 'conocer' nunca para los israelitas significa conocer intelectualmente. Significa conocer por experiencia. El hombre conocería el mal en contraste con el bien porque lo experimentaría.

No necesitamos verlo en el sentido de que había algo mágico en su fruto. Simplemente era la prueba de la voluntad del hombre de obedecer a Dios. La consecuencia de la desobediencia sería la muerte, porque significaría que se había rebelado contra Dios, y en tal estado no se le podría permitir vivir para siempre.

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