"Y José conocía a sus hermanos, pero ellos no lo conocían a él".

No había forma de que lo hubieran reconocido. Iba vestido con la dignidad de su oficina, con su cabello y ropa suntuosa al estilo egipcio, y ahora era un hombre maduro cambiado por el transcurso de los años y por lo que se había visto obligado a pasar. Además les hablaba a través de intérpretes y ellos no se atrevían a mirarlo de cerca sino que lo hacían con la cabeza inclinada.

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