" Tampoco de ahora en adelante expulsaré de delante de ellos a ninguna de las naciones que Josué dejó cuando murió".

Su paciencia ahora se había acabado. Los libraría de las naciones de fuera, pero las naciones de la tierra serían ahora sus lazos, trampas, espinas y dolores de cabeza. Ya no los ayudaría a expulsarlos. Más bien, los dejaría allí para probarlos. Había habido un límite para lo que Joshua podía hacer, un límite comprensible de tiempo y mano de obra. Pero a estas alturas la obra debería haber estado casi terminada, si no fuera por la desobediencia continua y deliberada de su pueblo. Entonces deben sufrir por su desobediencia.

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