Y les dijo: “De cierto os digo que no hay hombre que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos, por la regla real de Dios, que no reciba mucho más en este tiempo, y en el mundo venidero, vida eterna ".

Entonces Jesús les aseguró a todos que nadie que genuinamente, por causa de la Regla Real de Dios revelada en Él, hubiera dejado atrás lo que era suyo, saldría perdiendo. Recibirían mucho más de lo que habían perdido, tanto en este mundo como en el próximo. Y esto incluía casa, esposa, familia, hijos o cualquier otra cosa. Así, el gobernante, habiéndose marchado, había tenido la peor parte del trato. Luke es el único que incluye a 'esposa' en su lista. Como siempre, está atento a dar la debida importancia a las mujeres.

Algunos reaccionan ante la idea de dejar a su esposa. Pero no se refiere a una "separación oficial". Señala que ninguna relación debe impedir que los hombres hagan la voluntad de Dios. Muchos hombres dejan a sus esposas por períodos prolongados con el propósito de acumular riquezas, con la total aprobación de la esposa. Otros se los llevan. Lo mismo se aplicaría bajo la Regla Real de Dios. Ciertamente no debían abandonar a la esposa ni a los hijos, sino que los confiarían en las manos de Dios y sus parientes. Porque ¿no fue Su promesa de que Él se aseguraría de que se les proveyera plenamente?

Cabe señalar que esto no es una promesa de la certeza de la prosperidad mundana. Al final es la promesa de 'algo mejor', y es dar la certeza de que ningún hombre que verdaderamente sirva a Dios terminará decepcionado. Si pierde a su antigua familia, tendrá una nueva. Si pierde su riqueza, recibirá lo que sea de más valor. Etcétera. Dios es deudor de nadie. Pero sobre todo tendría vida.

Los discípulos, contentos, bien podrían haber sentido ahora que podían volver a la vieja rutina, seguir al Maestro y disfrutar de sus privilegios como Sus siervos. Pero Jesús, consciente de lo que les esperaba, sabía que ahora tenían que darse cuenta de que, como el gobernante rico, pronto también ellos serían llamados a tomar una decisión. Porque, como él, su mundo pronto se derrumbaría, aunque el desafío sería diferente. Y su respuesta determinaría entonces su futuro. Es esto con lo que Jesús ahora trata de lidiar.

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