Y algunos de los fariseos de la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. '

A los fariseos no les gustó lo que estaban oyendo, y pidieron a Jesús que reprenda a los que gritaban. Pudo haber sido una preocupación por la seguridad de él y de ellos. Puede haber sido porque no les gustaba que se le hicieran tales atribuciones al Profeta con quien estaban en desacuerdo, y buscaban calmar el fervor, sintiendo que Jesús no podía quererlo también, ya que seguramente estaba yendo demasiado lejos.

Una cosa era que los peregrinos fueran recibidos con gritos generales que eran solo producto del estado de ánimo festivo, y otra muy distinta cuando era evidente que algunos de ellos posiblemente se tomaban en serio sus adscripciones.

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