Las naciones se encogen ante el poder de Dios en su santo monte ( Salmo 48:4 ).

La gloria de la morada del Gran Dios es tal que las naciones se acobardan ante Él. Aunque pueden reunirse contra su pueblo y acercarse a ellos con un propósito hostil, una vez que reconocen contra qué están luchando, se acobardan ante ello y se desvanecen. Esto había resultado ser cierto en el caso de Senaquerib y sus fuerzas. Siempre resultaría cierto para cualquiera que viniera contra Jerusalén, porque Dios estaba con ellos.

Salmo 48:4

Porque he aquí que los reyes se reunieron,

Pasaron juntos.

Lo vieron, luego se asombraron,

Estaban consternados y se apresuraron a marcharse.

El temblor se apoderó de ellos allí,

Dolor, como de mujer de parto.

Con el viento del este te rompes,

Los barcos de Tarsis.

Los reyes de las naciones se habían reunido contra el pueblo de Dios. Habían pasado juntos y se habían acercado a la ciudad de Dios. Pero luego, cuando realmente lo vieron, se detuvieron asombrados. Estaban consternados por lo que vieron y se apresuraron a marcharse. De hecho, tan grande fue su impacto que temblaron y se llenaron del equivalente a dolores de parto. Y el poderoso y temido viento del este de Dios sopló entre ellos, y los orgullosos Tyreanos y sus asociados cayeron ante él.

Los barcos de Tarsis navegaban regularmente desde Tiro, y de hecho desde otros puertos, alrededor del mundo, y aquí indican lo que es fuerte e invulnerable. Los poderosos barcos de Tarsis. O al menos lo están hasta que sople el viento del este. Quizás también represente al poderoso contingente de Tyrean en el ejército de Sennacherib. Pero no debemos limitarlo a Tiro. La gloria de Tyre y la gloria de Senaquerib no podían estar frente a la montaña santa de Dios, el lugar que Dios había elegido como Su morada terrenal. El Viento del Este de Dios se encargaría de eso.

De la misma manera, hoy podemos estar seguros de que todos los que comiencen a conspirar contra el pueblo de Dios se sentirán avergonzados y consternados. Pueden parecer una gran amenaza, pero al final su amenaza colapsará.

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