La exhortación comenzada en Hebreos 10:19 se retoma con todo el peso que le han agregado los recuerdos del pasado. Sabiendo que una multitud tan grande ha dado testimonio de la verdad de las promesas de Dios. Se anima a los cristianos ( Hebreos 12:1 f.

) para hacer su meta, dejando a un lado todos los intereses mundanos y los deseos pecaminosos, como los corredores en una carrera se despojan de los atuendos gravosos. Sobre todos los demás ejemplos inspiradores, deben tener ante sí el de Jesús, que señala el camino de la fe en su lucha terrena, y por quien al final será coronado de plenitud. Esperando un gozo que aún estaba en el futuro, había encontrado la fuerza para soportar la cruz, con toda la vergüenza que la acompañaba, y así se levantó a Su lugar a la diestra de Dios.

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