1 Reyes 2:10

Hay una completa completitud en estas palabras que es particularmente aplicable al hombre de quien fueron dichas. Su día había sido largo, activo y turbulento. Fue el general más grande de su tiempo. Legó a su hijo un imperio amplio y consolidado. Pecó profundamente, pero también sufrió terriblemente y se arrepintió amargamente.

I. La expresión "David durmió con sus padres" es la conocida fórmula hebrea para la muerte, con referencia primaria, sin duda, al hecho del entierro, pero más allá de eso, denota el hecho de ser recibido en la porción feliz del Hades y estando allí reunidos con los benditos espíritus de sus padres. Indudablemente, los dos pensamientos están unidos. La frase se aplica en los casos en que no era cierto que los restos corporales fueran colocados junto a los que habían ido antes, como, por ejemplo, en el caso de Abraham.

II. Hay otra expresión para la muerte, también tomada del hebreo, pero usada con mayor frecuencia en el griego del Nuevo Testamento, y de ella transferida al lenguaje de todo el mundo cristiano: "dormirse". Aquel que era la Verdad misma nos enseña a considerar el sueño como el símbolo de la muerte. Todo lo que en Su mente transmitía el símbolo, no lo sabemos. El símbolo en sí es un misterio, así como la cosa simbolizada. Puede haber semejanzas internas y sutiles entre el sueño y la muerte, así como esas analogías externas que se encuentran en la superficie y son evidentes para todos. Debemos contentarnos con dejarlos con Dios.

III. Por fin dormiremos todos, pero podemos dormir bien o mal. Y luego el despertar, ¿qué será eso? Un despertar feliz depende de la solidez del sueño; la solidez del sueño depende de un estado sano del cuerpo y la mente, y de un trabajo duro y honesto. No hay sueño tan tranquilo como el sueño de Jesús; y si deseamos dormir en Jesús, debemos estar en comunión amorosa con Él ahora.

J. Macgregor, Contemporary Pulpit, vol. i., pág. sesenta y cinco.

Referencias: 1 Reyes 2:10 . J. Van Oosterzee, Año de salvación, vol. ii., pág. 471. 1 Reyes 2:14 . Revista del clérigo, vol. viii., pág. 269; FW Krummacher, David el Rey de Israel, p. 527; GT Coster, Christian World Pulpit, vol.

xxv., pág. 328.

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