Daniel 7:1

Los principios que subyacen a esta profecía son a la vez profundamente sugerentes y sumamente importantes.

I. Entre ellos, el más importante es la verdad tremendamente significativa de que el poder terrenal en sí mismo degenera en brutalidad. El símbolo apropiado de un gran imperio es una bestia salvaje.

II. Observe que la tendencia de esta brutalidad es aumentar. Las cuatro bestias que vio Daniel vinieron en este orden; primero el león, luego el oso, luego la pantera, luego ese animal compuesto, innominado, casi innombrable, con "grandes dientes de hierro, devorando y rompiendo en pedazos, y estampando el residuo con sus patas".

III. La gran lección que sugiere la profecía es que la restauración del hombre a la humanidad no debe venir de él mismo, sino de arriba. El que introdujo la sal curativa que purificaría completamente la pequeña fuente de nuestra vida terrenal fue enviado del "Anciano de Días". Vino del cielo a la tierra para poder elevar la tierra al cielo.

WM Taylor, Daniel el Amado, pág. 137.

I. De este pasaje aprendemos, primero, que no debemos esperar escapar de la acusación en el mundo. No importa cuán cuidadosamente ordenemos nuestras vidas, la calumnia tendrá algo que decir en nuestra contra.

II. Aprendemos que cuando debemos pecar o sufrir, debemos, sin dudarlo, preferir el sufrimiento.

III. Aprendemos que ningún poder humano puede impedirnos orar.

WM Taylor, Daniel el Amado, pág. 116.

Referencia: Daniel 7:9 . Preacher's Monthly, vol. iv., pág. 249.

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