Deuteronomio 26:11

Es nuestro deber dar la bienvenida sin reservas a cada visita de disfrute con la que podamos ser favorecidos. Con frecuencia permitimos que corrientes de refrigerio o euforia pasen junto a nosotros sin sumergirnos en ellas ni probarlas; Pasamos por alto equivocadamente muchas de las tazas de consuelo y placer que se nos ofrecen cuando pasamos por allí. Somos lentos para descubrir y aprovechar nuestras oportunidades de oro, y apenas sabemos cómo aprovecharlas al máximo.

A veces tenemos miedo, al parecer, deteniéndonos de vez en cuando para exprimir una o dos gotas de reflexión severa o melancólica en la copa, como si fuera un pecado tenerla demasiado rica y dulce. El ángel que desciende para consolarnos en nuestro Getsemaní con un breve y agradable estremecimiento, con un breve vislumbre y una ráfaga de placer, pasa velozmente bajo las sombrías aceitunas llorosas en vano, se le deja desvanecerse sin agua ni uso.

I. Nunca te apartes, en tu amargura de espíritu, de cualquier ministerio de goce temporal que pueda intervenir; Nunca estés tan casado con tus aflicciones, tan callado y hundido en ellas, que no puedas salir adelante para aceptar tal ministerio. Porque, recuerde, queremos ser alegres por nuestra educación tanto como necesitamos ser probados y atribulados. Reír, deleitarse, vibrar y brillar de placer, a veces es tan esencial para nosotros como a veces llorar y sufrir.

II. A veces, algunos de nosotros hemos tenido la sensación de que hay tanta miseria en el mundo que no es correcto ignorarla y olvidarla por un momento con regocijo. Pero reflexionemos que, dado que Dios es nuestro Padre y nosotros Sus hijos, estamos justificados para perder de vista los problemas por un tiempo en que Él nos da un gozo para saborear. Siendo sólo un niño, sin embargo, debo sentirme acerca de Su mundo y compartir Sus dolores de parto con respecto a él, no necesito temer a intervalos de echar toda la carga sobre Él y dejar que Él lo lleve solo.

Las almas deben apartarse a veces para tomar el sol que puedan encontrar, y ser suavizadas, calentadas y rosadas con él, a fin de estar al servicio de la oscuridad y ayudar a suavizar y aliviar.

SA Tipple, Echoes of Spoken Words, pág. 239.

Referencias: Deuteronomio 28:1 . FW Farrar, Ephphatha, Sermones , pág. 289. Deuteronomio 28:6 . JP Gledstone, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 168.

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