Éxodo 13:14

El Libro del Éxodo introduce esa nueva época en la historia bíblica de los sacrificios cuando comenzaron a ser regulados por leyes fijas, para ser parte de una economía nacional.

I. La ofrenda del primogénito fue la dedicación y consagración de toda la nación judía. El primogénito representaba su fuerza, su vitalidad, su resistencia. Este acto significaba que su fuerza radicaba únicamente en su dependencia de la fuerza de Dios, que su vitalidad provenía de la vida que está en Él, que perduraría de generación en generación, porque Él es el mismo y Sus años no fallan.

El llamado de los israelitas fue el llamado a confesar un Redentor de Israel, un Ser justo que había sacado a sus padres de la casa de servidumbre.

II. Moisés enseñó al pueblo que al verse a sí mismos como seres entregados y sacrificados al Dios de la verdad, el Libertador de los hombres, al sentir que tenían todos los poderes de sus mentes y cuerpos como instrumentos para la gran obra en la que Él está comprometido, por lo tanto podrían ser una nación de hecho, uno que sería un patrón para las naciones, una que, a su debido tiempo, rompiendo las cadenas que unían a ellos a opresores visibles e invisibles.

III. Una vez que entendemos que somos testigos de Dios y hacemos Su obra, el sacrificio personal nunca puede ser algo ambicioso, una manera excelente de obtener la reputación de los santos o las recompensas de otro mundo. Será considerado como el verdadero fundamento de toda acción; aquello sobre lo que se basan todas las benditas relaciones de la vida; eso que es al mismo tiempo el único impulso y seguridad para el duro y duro trabajo del mundo.

FD Maurice, La doctrina del sacrificio deducida de las Escrituras, pág. 49.

Referencias: Éxodo 13:17 ; Éxodo 13:18 . J. Jackson Wray, Light from the Old Lamp, pág. 83; W. Landels, Christian World Pulpit, vol. iii., pág. 184; G. Matheson, Momentos en el monte, pág. 6. Éxodo 13:17 . Parker, vol. ii., pág. 316. 13: 17-14: 4. Expositor, segunda serie, vol. VIP. 448.

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